Lía bajó la mirada a su plato de espaguetis. Al parecer hablar de ello le revolvía algo en su interior.
—Mi amiga Maura me tuvo que recibir en su departamento, si no hubiera sido por ella, habría terminado en la calle —siguió diciendo—. Es más, fue quien me consiguió trabajo en esta editorial, habló con su editor y así fue como pude solventarme. Pero fueron meses terribles. Así que entiendo cómo te sientes.
—Pero tú tenías una amiga y ella te ayudó —arguyó Oliver—. A mí todos me dieron la espalda. Y estoy seguro de que tus padres también te habrían ayudado. Yo estoy solo.
—Tú no estás solo —replicó Lía con tono indignado.
Oliver apretó los labios.
—Tú me tienes a mí —aclaró ella con tono seguro—. No te vo