71. El desconocido en la sombra.
La noche cae como un manto oscuro y denso sobre el santuario, y con ella llega algo que no espero: un forastero, alguien que parece traer en la piel el eco de antiguas promesas y secretos enterrados, un desconocido que habla sin palabras y cuyos ojos arden con un fuego que reconozco bien, aunque no logro descifrar por completo. Cuando aparece en el umbral, su silueta recortada contra la luna llena se mueve con la elegancia de quien ha aprendido a bailar entre sombras sin dejar huella, y al mismo tiempo lleva en su mirada la carga de una historia que no es solo suya, sino que se entrelaza con la mía, con la llama que habita en mis venas.
El aire vibra tenso entre nosotros, como si el mundo contuviera el aliento ante el choque de dos fuerzas que todavía no saben si deben enfrentarse o unirse. La primera vez que nuestras miradas se encuentran es como un pulso eléctrico, un choque sutil entre el deseo y la precaución, entre la curiosidad y el miedo a desenterrar fantasmas que creemos muer