68. Entre el deseo y el destino.
Averis se inclina hacia mí, y sus labios rozan mi oreja con un temblor apenas contenido, un roce que es amenaza y caricia a la vez, un recordatorio de que cualquier elección que haga no solo me pertenece a mí, sino que arrastrará consigo ecos que ni siquiera puedo prever.
—Entonces, ¿qué eliges, Névara? —murmura, y su voz se desliza por mi piel como un río oscuro que arrastra piedras y secretos. —¿Entregarme tu cuerpo, fundirte conmigo en este ciclo eterno? ¿Destruirme y romper las cadenas que nos atan? ¿O unirnos, no como opuestos, sino como iguales, para crear algo nuevo, algo que ni siquiera los antiguos podrían prever?
El sudor recorre mi espalda mientras lucho con la tormenta que me consume desde dentro, esa mezcla de rabia, miedo y deseo que me arrastra hacia un abismo del que no puedo escapar. Cada fibra de mi ser grita por rechazo, por la independencia que me ha costado siglos de esfuerzo y sacrificio, pero al mismo tiempo, hay un anhelo profundo, visceral, que no puedo ni qui