Cap. 84 No voy a intervenir, Isabella
Isabella llegó a la Mansión La Tormenta con la energía de una tormenta contenida.
El aire a su alrededor vibraba con una ira fría y despreciativa. La escena con Celeste, su farsa de vulnerabilidad, le repugnaba.
"Ni siquiera tiene el valor de mostrar su verdadero rostro", pensaba, caminando con pasos firmes por el vestíbulo.
"De decir realmente lo que quiere: poder. Y no le importa contaminar, mentir, destrozar, con tal de que todos, los hombres en particular, la vean como esa cosa dulce y frágil que ansían proteger."
Isabella era una mujer forjada en acero. Aprendió desde joven que la verdadera fuerza no se esconde, se exhibe con inteligencia.
Le cansaban los hombres que buscaban debilidad en una esposa, y le despreciaban las mujeres que explotaban esa necedad masculina.
En el salón principal, encontró a Lena. La madre de Alba estaba concentrada, revisando con meticuloso cuidado la medicación de Alicia, su rostro sereno pero con las marcas del cansancio y la preocupación grabadas