Cap. 82 No sabes de lo que hablas.
Mientras Luther y Alejandra cazaban sombras en las calles, Lucius había montado su propio cuartel de guerra, un núcleo de lealtad reconstruido.
Su equipo no estaba formado por mercenarios, sino por aliados recuperados: su padre Augusto, cuya lealtad estaba siendo puesta a prueba de fuego; Gael, su asistente, cuya devoción había sobrevivido a la época oscura de Celeste; y dos encargados de informática, talentos brillantes que él mismo había reclutado años atrás, pero que habían sido alejados por la influencia tóxica de su hermana.
Eran hombres que, como cualquier persona con sentido común, le habían advertido que su esposa era lo primordial y que los juegos de Celeste eran un peligro.
Por eso, Celeste los había convertido en blanco de sus maniobras, logrando que Lucius los relegara.
Ahora, volvían, sin reproches, a trabajar en lo que mejor hacían: desentrañar redes digitales.
Su misión era clara: investigar a Elian Samaniego, su padre biológico. Lucius necesitaba saber a quién se e