Cap. 76 El espía de la reina
La declaración impactó en Lucius como un balde de agua helada. Palideció visiblemente y dio un paso atrás, como si las palabras físicamente lo hubieran empujado.
—¿Qué? —logró articular, la voz quebrada por la incredulidad.
—Alba, ¿estás...? No. Es imposible. ¿Después de todo lo que ha hecho? ¿Después de lo que acaba de hacer? ¡Intentó lastimarte! ¡Lastimar al bebé!
Su mente se negaba a procesar la petición. Era una locura. Una trampa obvia. Y, sin embargo, Alba lo miraba con esa calma exasperante, como si le estuviera pidiendo que comprara pan.
—Lo sé —dijo Alba, su sonrisa desapareciendo para dar paso a una expresión seria.
—Pero no es una sugerencia, Lucius. Es una condición. Tu madre tiene un plan. Y para que funcione, Celeste tiene que creer que aún tienes un resquicio de... interés en ella. O al menos, de duda. Tienes que ser convincente.
Lucius sintió una náusea recorrer su estómago. La idea de estar en la misma habitación que Celeste, mucho menos llevarla a un café y fingir am