Cap. 22 Fue Alba
Lucius se dirigió al cuarto de Alba. La encontró reclinada en la cama, leyendo unos folletos sobre tratamientos de células madre para leucemia mielocítica que ella misma le había pedido. La escena era de una tranquilidad estudiosa, casi como si estuviera contemplando un futuro esperanzador.
—Alba —dijo con su voz grave.
Ella no levantó la vista. Lo ignoraba, como había hecho desde su regreso. Pero esta vez, sus palabras fueron francamente gélidas.
—¿Qué quieres?
—Tengo que hacer un viaje. Necesito que te portes bien. Son cuatro días.
Alba finalmente alzó la cabeza, una sonrisa fría en sus labios.
—Oh, qué bueno. Me alegra no tenerte que ver todo ese tiempo. Pero quiero pedirte un favor —dijo, y su tono se volvió desafiante.
—Necesito que me des permiso para ir a ver a mi hija con libertad. Es mi hija, y no hay nada que la haga sentir mejor que la presencia de su madre. No seas troglodita.
Lucius frunció el ceño. La insolencia le ardía, pero no podía negar la verdad en sus palabras.
—B