Capítulo 148

A la mañana siguiente, abrí los ojos y la luz del amanecer se filtraba entre las cortinas.

El lugar a mi lado estaba vacío. Por un instante sentí un miedo irracional, como si todo hubiera sido un sueño. Pero entonces escuché el sonido de una bandeja al apoyarse sobre la mesa.

Alejandro apareció con una sonrisa y un desayuno que parecía sacado de una postal: panecillos, frutas, jugo de naranja, y una rosa en el centro.

—Buenos días, dormilona —dijo en voz baja—. No quería despertarte, pero te prometí que algún día te traería el desayuno a la cama.

No supe qué decir.

Lo miré y sonreí, aunque dentro de mí se mezclaban emociones imposibles de ordenar.

Él se sentó a mi lado, me acarició el cabello y me besó la frente.

—Nunca había sentido algo tan tranquilo —susurró.

Yo tampoco.

Pero justo cuando iba a responder, cuando pensé en decirle lo que aún guardaba, su mano se deslizó hasta mi vientre, con ternura. Fue un gesto leve, inocente, pero me sobresalt
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP