Aimunan
Les mentiría si dijera que todo este tiempo no dolió, que no lo extrañé, o que no intenté llamarlo. Porque dolió como ustedes no se lo imaginan.
Pero mi condición, mi cultura, me exigía respetarme a mí misma. La idea de buscarlo era una humillación a lo que yo representaba. En mi cultura, el hombre es quien busca a la mujer, el hombre es quien propone, el hombre es quien protege. La mujer es quien espera, la mujer es quien recibe, la mujer es quien transforma, la mujer es quien crea.
Bajo estos pensamientos me encontraba yo. Mi hermano me lo repetía una y otra vez: que viera mi valor como mujer y que no lo buscara bajo la emoción sola del amor sin ningún compromiso.
Los días y noches pasaron. Después de casi siete meses desde aquel día, salí del refugio. Ahora era momento de tomar nuevas decisiones y definir un camino nuevo.
Y así fue...
Me fui a mi pueblo, decidida. El amor no iba a doler más; debía transformarlo en algo más.
—He decidido aceptar lo que soy, y quiero po