La burbuja de paz estalló con un grito agudo, desgarrador. Ambos se volvieron, sus ojos buscando la fuente del sonido. Vieron a los aldeanos, sus rostros descompuestos por el pánico, huir en desbandada de algo que venía del corazón del pueblo. El caos se apoderaba de las calles, la celebración tornándose en terror en cuestión de segundos.
La burbuja de paz estalló con un grito agudo, desgarrador. Ambos se volvieron, sus ojos buscando la fuente del sonido. Vieron a los aldeanos, sus rostros descompuestos por el pánico, huir en desbandada de algo que venía del corazón del pueblo. El caos se apoderaba de las calles, la celebración tornándose en terror en cuestión de segundos.
Y entonces lo vieron. Emergiendo de la oscuridad de un callejón, un monstruo. Tenía la forma grotesca de un humano, pero su piel era una masa de carne putrefacta y escamas negruzcas, y un hedor nauseabundo a muerte y descomposición se aferraba a él como un sudario. Acababa de devorar a un hombre, y la sangre fre