El tirano cayó al suelo con un estruendo sordo, su espada rodando lejos de él. Los nobles rodearon a Elandor, sus rostros reflejaban una mezcla de triunfo y incredulidad. Elandor, con la mirada llena de furia y desesperación, levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Arion.
—Esto es solo el comienzo —susurró Elandor, su voz temblando de rabia—. No pueden detenerme para siempre. Arion respiró pesadamente, su pecho subiendo y bajando con la adrenalina aún fluyendo por sus venas. Miró a Elandor en el suelo, sintiendo el peso de la victoria en sus hombros. —No tienes poder aquí —respondió con firmeza, cada palabra cargada de una determinación que resonaba en la sala—. El pueblo ha hablado y hemos decidido que tu reinado ha terminado. Arya dio un paso adelante, sintiendo cómo la ira y el dolor acumulados durante años se transformaban en un fuego purificador. Se agachó