Finalmente, después de horas de discusiones cargadas de emociones, se tomó la decisión. Un mensaje sería enviado a Elandor, exigiendo su renuncia. Un murmullo de aprobación recorrió la sala, y Arya no pudo evitar sonreír para sí misma. Cada paso que daban los acercaba más a su objetivo final.
Con la reunión concluida y los nobles divididos pero decididos, Arion tomó la mano de Arya mientras salían del salón del consejo. Su toque era cálido y reconfortante en medio de la tormenta emocional. —Lo hicimos, Arya —dijo él, su voz vibrando con emoción—. Estamos un paso más cerca de liberar Eldamar. Arya asintió, permitiéndose sentir una chispa de alegría genuina por un instante. Pero al instante siguiente, recordó su verdadero propósito y la necesidad de mantener la fachada. —Sí, amor mío —respondió ella suavemente, sintiendo cómo su corazón se encogía—. Pero aún queda mucho por hacer. Las semanas siguientes fueron