El Rescate Inesperado
No dije nada. Solo le dediqué una pequeña sonrisa a Sir Kael, tan forzada como la suya, e hice como si nada hubiera pasado, como si su velada amenaza no me hubiera calado hasta los huesos. Así que, con la cabeza en alto, continuamos la caminata por los establos. Kael siguió alardeando de su ciudad como si fuera lo mejor de todo nuestro reino, su voz llena de un orgullo insípido y una petulancia que apenas podía soportar.
En un instante, se retiró debido al llamado urgente de uno de sus hombres. Fue un alivio. Me volteé y miré a Ryke. Sus ojos volvían a la normalidad; ya no eran ese azul intenso que parecía casi negro por la furia contenida, sino el azul habitual de siempre, aunque con una sombra de preocupación.
__Sácame de aquí__ le pedí en un pequeño susurro, mi voz apenas audible, cargada con la urgencia que sentía. El aire en Veridia se sentía cada vez más denso, opresivo.
Él asintió, una confirmación silenciosa, y nos dirigimos rápidamente al interior de la