La Feria de las Revelaciones
La duda seguía sembrada en mi cabeza. ¿Celos? Pasé la noche entera pensando en ello, antes, durante y después de la cena en Aethelgard. Y Adel parecía darse cuenta. Con una sonrisa y mucho disimulo, le inquirió a mi abuela que yo solo estaba cansada por el viaje, al igual que ella, y con ruegos y gran destreza logró convencerla para que me quedara en su habitación con ella. Estaba agradecida por el respiro de la soledad de mis propias aposentos y la oportunidad de hablar libremente con mi prima. Luego de habernos cambiado nuestras ropas por un camisón más holgado para poder descansar, y sin nadie cerca, ni siquiera mis damas de mayor confianza, Adeline se aventuró:
__Estás pensando en ello, ¿verdad? __dijo con una sonrisita que no dejaba lugar a dudas.
__¿Cómo no hacerlo, Adel? __pregunté con furor, aún dudando lo dicho por ella en el jardín. La idea era tan ajena a mi entendimiento de Ryker y de mí misma.
Ella sonrió como si estuviera confirmando algo.
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