Emma es una mujer cuyo corazón se congeló hace años. Casada con un hombre cruel, por conveniencia de su familia, enviudó pocos años después. Lo único que aprendió de su pasado es a disfrutar al máximo de los placeres terrenales, en brazos de decenas de amantes. Tiene un corazón de hielo, pero su piel arde como la lava. Heredó de su marido poder y riqueza, pero necesita ayuda para salvar las empresas que penden de un hilo por las pésimas negociaciones del fallecido. Leonardo es un contador y administrador empresarial joven, recibido con honores. Dedicó su vida a estudiar y formarse sin pausa, para procurarse un futuro mejor y ayudar a su humilde familia. Nunca ha tenido tiempo ni interés para las relaciones, a pesar de que muchas mujeres se le han insinuado a lo largo de su vida. Su objetivo es claro: ganar dinero, poder y reconocimiento en el mundo de los negocios. El deseo y la lujuria están desconectados de su realidad. El destino, juguetón como siempre, se encargará de conectarlos, con el desafío de lograr derretir el helado corazón de ella y la férrea coraza de hielo de él.
Leer másEmma caminaba velozmente hacia su auto de lujo haciendo que se activara a su alrededor un increíble mecanismo humano de personas tratando de seguirle el paso.
Su asistente le acercaba su maletín, mientras el chofer abría rápidamente la puerta del auto para que ella entrara, la cerraba tras ella y luego se dirigía al asiento del conductor. Una empleada preocupada le acercaba su termo de café recién hecho y otra le alcanzaba su abrigo y unos documentos impresos a último momento.Emma Fritz, o "freezer" como la llamaban sus adversarios en los negocios, muchos empleados y hasta sus socios, era una inflexible empresaria, viuda hace casi cinco años, cuando apenas llevaba casada tres años.Su marido había fallecido en un trágico y extraño accidente, que aún se estaba investigando.Pero ella no lo había llorado, en lo absoluto. Karl Fritz había sido socio del padre de Emma, y ella fue entregada como un trofeo para vincular sus empresas, no por afecto de ninguna clase.Más allá de que nunca se habían amado, él además había sido cruel, déspota y maltratador, pésimo en los negocios, derrochador y mujeriego.Los primeros meses de matrimonio, se limitó primero a tomarla por la fuerza desde la noche de bodas a pesar de su virginidad. Le siguió el maltrato verbal. Y luego, cuando ya no quiso fingir más frente a la sociedad, la violencia fue creciendo hasta el daño físico.Cuando él se empezó a aparecer descaradamente con amantes, ella comenzó a su vez a tomar represalias, y a simular que Karl no existía, explorando su sexualidad con otros hombres a pesar del enojo de su marido, y de que él la seguía maltratando, aunque, a causa del desprecio que le producía que se entregara a otros hombres, ya no la visitaba por las noches.Emma encontró en el sexo el placer que su marido le negaba, el escape que necesitaba de la realidad y las sensaciones más poderosas que su cuerpo requería.Esa mañana era todo una verdadera locura. La empresa se caía a pedazos, su padre la presionaba a casarse de nuevo, como si la primera vez hubiera funcionado, y ella tenía ideas novedosas y radicales que estaba segura que salvarían el negocio, pero que los ridículos socios y miembros del directorio, unos dinosaurios misóginos, no tomaban en serio simplemente porque era mujer, y porque estaba allí, según ellos, sólo por la muerte de su marido. Sin contar la fama de "come hombres" con la que solían desprestigiarla a menudo, como si ellos no fueran a su vez hombres promiscuos e infieles. Como si no se acostaran con quien sea mientras tuviera senos.Ella no era en lo absoluto más lujuriosa que ninguno de ellos.Pero claro, era mujer.Y eso era imperdonable.Llegó a la empresa en tiempo récord, bajó del auto corriendo magistralmente en unos tacones altos, con un equilibrio envidiable, y subió al ascensor hacia su oficina.Se había propuesto hacer varios despidos, nuevos contratos, entrevistas, y tenía unas siete reuniones programadas ese día.Se sentó frente a su laptop en una oficina llena de lujos, pero sobria, a consultar cifras, leer currículums, dando pequeños sorbos a su café. Negro, sin azúcar.El día no mejoró en lo absoluto. No había hecho más que lidiar con ineptos, entrevistar sujetos que coqueteaban con ella esperando ganarse un puesto por los atributos incorrectos. Emma no buscaba un hombre para revolcarse, esos le sobraban y sabía muy bien dónde encontrarlos, buscaba alguien inteligente y hábil para los negocios, que apoyara sus ideas y ofreciera garantías a la cofradía de varones que la estaba enloqueciendo. Y que fuera aire fresco empresarial para este sitio que, de lo contrario, se derrumbaría a pedazos.Pero claramente este día tampoco lo habría logrado. Era la jefa absoluta, la heredera de dos imperios, la más inteligente del directorio, pero le arrebataban su autoridad migaja tras migaja, y la despreciaban.Sin embargo, si algo no era Emma, era una mujer débil.Por supuesto que sabía cómo la llamaban en los pasillos: Freezer, la del corazón de hielo. Mejor. Que así lo creyeran, que le temieran al menos si no la querían respetar, que la despreciaran también si querían, por ser libre y más suspicaz que ellos.Por ser la mejor en su trabajo.Pero esta vez no retrocedería, no permitiría que volvieran a pisotearla y humillarla, y no dejaría de pelear por todo aquello que le pertenecía, no sólo por derecho de nacimiento o por haber soportado los abusos de Karl.Le pertenecía sobre todo porque nada existiría si ella no se hubiera hecho cargo de todo, si no hubiera trabajado día y noche por protegerlo todo.Por resguardar todo ese patrimonio.Esos desagradecidos tenían trabajo y dinero gracias a ella.Pero lo olvidaban. Un día, no muy lejano, lo recordarían, aunque sería tarde para ellos.Cuando vio que ya no tenía sentido quedarse allí más tiempo, y que casi todos se habían ido, cerró su laptop y se restregó los ojos, mentalmente agotada.Emma era físicamente todo lo contrario a lo que su carácter transmitía. Menuda y algo delgada debido a que su trabajo la consumía, de aspecto frágil, ojos celeste claro, casi transparentes, que le daban un aspecto inocente, y cabello rubio, casi siempre recogido. A pesar de ser delgada, conservaba las suaves curvas de sus pechos y su trasero, lo que le otorgaba una sensualidad atrayente.Se vestía con elegancia y con joyas para nada ostentosas. Su porte era completamente natural, no necesitaba nada extravagante para lucirse.Tomó sus cosas dispuesta a irse de allí, aunque el cansancio de su mente no se condecía con las necesidades de su cuerpo. Se sintió algo caliente y revisó las oficinas.Ahí estaba, la luz encendida de la oficina del extremo este, la del muchacho generoso de contabilidad con el que ya había tenido un agradable encuentro.Se soltó el cabello y se acercó. Golpeó con suavidad la puerta y nadie respondió. Cuando abrió descubrió que el pobre muchacho se había dormido sobre unos documentos.Le dio ternura, pero también le latía la piel anhelante de caricias, así que le habló para despertarlo.-Señor Mitchel, ¡Despierte! Me temo que se ha quedado dormido en el trabajo.El joven se sobresaltó, enderezándose de golpe.-Lo… lo siento señora Free… Fritz… lo siento… no era mi intención…Ella se apoyó sensualmente sobre el escritorio frente a él, dándole una visión perfecta de su escote. El joven se relamió, recordando su anterior encuentro. Su jefa se transformaba cuando afloraban sus necesidades. Y era hábil y satisfactoria.-¿Cree que pueda hacer algo para compensar su irresponsabilidad, señor Mitchel?El joven se levantó de la silla, rodeó el escritorio y se colocó detrás de ella, pasando las manos lentamente por su cuerpo.-Creo que sí, mi señora, mi jefa, mi diosa… se lo compensaré.-¿Por qué me despide, señor? No es justo…El hombre contenía lo mejor posible la ira que crecía en su interior. No lo habían educado para estallar, pero su tolerancia a la incompetencia era de verdad ínfima.Así que respiró, casi resoplando, y respondió con aplomo:-¿No es justo, señorita Díaz? Creo que usted no comprende lo que sucede… En esta empresa no toleraré los rumores, intento depurar el personal y las malas costumbres, y es precisamente por eso que busco gente joven y emprendedora. Así que, independientemente de que la fuente de su información sea mi propio socio, no me interesa que venga aquí con chismorreos sobre alguna de sus compañeras de trabajo. Su vida personal no es de mi incumbencia. Y usted está en un grave error si piensa que este es un tema de conversación entre jefe y secretaria…La mirada de su superior era tan penetrante y fría, que no se atrevía más que a balbucear. Sabía que el líder de ojos grises como el acero era justo, pero con una moral intachable. Era c
La brisa del mar acariciaba su cuerpo tostado por el sol, mientras entrecerraba los ojos recostado en la arena blanca de una playa de ensueño.Si algo disfrutaba desde su matrimonio, eran las vacaciones en familia que nunca había tenido antes.Miró a su lado y no pudo contener una sonrisa divertida.Ella tenía el cuerpo cubierto de punta a punta de bloqueador solar y un sombrero blanco de ala ancha. Pero dejó de reírse por dentro cuando se dio cuenta lo hermosa que estaba con su bikini color coral resaltando en su blanca piel, mientras se reclinaba para tratar de ponerle una gorra a un preadolescente que la miraba casi con fastidio, y prácticamente la alcanzaba en altura. El joven la adoraba a pesar de la tendencia sobreprotectora de su madre.Afortunadamente, no era la única víctima de Emma Ares, ya que, a poca distancia y protegida por la sombrilla, una bebé de dos años intentaba comer arena, así que se distrajo con ella y lo dejó en paz, para por fin poder ir a nadar.-No, Lara, la
Emma Fritz ya había tenido una vez una boda costosa, llena de lujos vacíos, con un joven cuerpo virgen y una ceremonia teatral y llena de pantomimas.Se había casado sin amor, con miedo, con proyectos truncos, viendo como se desmoronaban sus sueños como un castillo de naipes.Aunque con una luz de esperanza que pronto se apagó.No sabía nada del amor.Había tenido un primer hombre, cruel, y una noche de bodas envuelta en pesadilla y dolor.Había tenido un esposo violento y eso la había marcado.Ahora, se convertía en Emma Ares, en una ceremonia íntima, por civil, en el jardín de su casa, con León aferrado a su mano como si temiera que ella desapareciera como una ilusión.Pero todo era real.Se casaba con amor, con sueños renovados, con un hombre de lava y de fuerza, con Sara y Clarisa llorando a mares, Alexei del brazo de Natasha, Ángela con su hija en brazos…Los que eran parte de su vida.Los que la querían de verdad.Emma ya había tenido una boda costosa y por eso ahora quería otra
-Digamos que, o vive cómodamente por el resto de sus días sobre la faz de la Tierra… o pierde su vida…Ella abrió los ojos, comprendiendo todo.-¿Alexei?Leo asintió.-Muy a mi pesar, no podía hacer esto solo. Y él parecía feliz ante la idea de deshacerse de un Karl maltratador.Emma sonrió. Eso era seguro. Como si la vida le hubiera dado al ruso su revancha. Si era así, el señor Schmidt, en verdad no volvería jamás. Leonardo, sin soltarla, miró a su alrededor, al lugar que ella había establecido como un hogar para el hijo de su corazón.León dormía en su habitación nueva, y estaban en la sala de una casa tan acogedora como lo era la mismísima Emma Fritz. Sin embargo, era hora de cambiar algunas otras cosas.Era su hora.La miró a los ojos, con una expresión singular.-Es una hermosa casa, señora. -Gracias. Ojalá pronto se terminen esos benditos trámites. No veo la hora de relajarme y comenzar aquí una nueva etapa…Él acarició su mejilla y la besó con dulzura, aunque con un fuego
La mujer la tranquilizó.-Sí… Es decir… Han dejado a un niño en el salón, luego del desayuno, nadie lo ha buscado. Envié a alguien a su casa… y está vacía. No había nadie… incluso se habían llevado algunas cosas.-¿Has llamado a la policía?-Sí, ya lo hice. Pero el niño llora mucho y… ha pedido que la llame a usted…-¿A mí?-Dice que es su amiga Emma…Un escalofrío la recorrió.-¿Es León? ¿Su tío lo ha abandonado?-Eso parece, señora…-Voy enseguida… dile a León que no llore, que no se preocupe más, que estoy en camino…"Que siempre estaré en camino o a su lado, aunque me cueste la cordura".Emma cortó la llamada, pasó veloz por su oficina buscando su bolso, le avisó a Clarisa dónde iba, y se subió a su vehículo sin anunciarse, sobresaltando al pobre chofer.-Vamos al centro comunitario, rápido.El hombre se recompuso. -Sí, señora Fritz, enseguida. En el camino se comunicó con los abogados, les informó lo que pasaba e intentó llamar al señor Ares… sin resultado.Este estaba siendo d
-Le aseguro que tampoco se me habría pasado por la cabeza, señor Leonov. Aunque estoy seguro de que sabe por qué tema estoy aquí.-Creo que sí, pero pase, por favor, tengo buen vodka para ofrecerle. Ella siempre compraba el mejor. A mi me da nostalgia beberlo solo.Leonardo imaginó cómo se sentiría en el lugar del ruso, mientras trataba de no imaginar a Emma en esa cama, y bañada en vodka.Alexei se rió de su expresión. -Será mejor que tome asiento, y no piense demasiado. Sé lo que se siente… y mejor no le daré vodka.Luego señaló a la mujer que estaba sentada en el sillón, bebiendo un jugo de frutas.-Le presento a mi novia, Natasha. Sabe todo de mí. Ella lo miró sonriendo con sarcasmo y le respondió con un acento marcado:-Eso no quiere decir que no me moleste esa expresión en tu mirada al pensar en ella y el vodka...-Lo siento, milyj…Natasha le lanzó un beso. -Estás perdonado… Pero te lo cobraré luego…Alexei sonrió y luego miró a Leonardo. -¿Y bien? Mis hombres me dijeron qu
Último capítulo