Extra. Un legado...

-¿Por qué me despide, señor? No es justo…

El hombre contenía lo mejor posible la ira que crecía en su interior. No lo habían educado para estallar, pero su tolerancia a la incompetencia era de verdad ínfima.

Así que respiró, casi resoplando, y respondió con aplomo:

-¿No es justo, señorita Díaz? Creo que usted no comprende lo que sucede… En esta empresa no toleraré los rumores, intento depurar el personal y las malas costumbres, y es precisamente por eso que busco gente joven y emprendedora. Así que, independientemente de que la fuente de su información sea mi propio socio, no me interesa que venga aquí con chismorreos sobre alguna de sus compañeras de trabajo. Su vida personal no es de mi incumbencia. Y usted está en un grave error si piensa que este es un tema de conversación entre jefe y secretaria…

La mirada de su superior era tan penetrante y fría, que no se atrevía más que a balbucear. Sabía que el líder de ojos grises como el acero era justo, pero con una moral intachable. Era c
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