Stefan se quedó parado en el umbral de la habitación de la cabaña, mirando a Sofía sentada en el borde de la cama. Su respiración era normal ahora, constante. Las manos ya no temblaban tanto sobre su regazo.
—¿Por qué te demoraste tanto? —preguntó ella con voz pequeña, rota—. Te dije que te necesitaba.
—Estaba con Luciana.
Algo oscuro cruzó la expresión de Sofía, una sombra que apareció y desapareció en menos de un segundo.
—Ah. Claro. —Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano en gesto teatral—. Y seguramente ella te dijo que no tenías por qué venir. Que una insignificante hija de la ama de llaves no merece tu atención.
Stefan vaciló, las palabras de Luciana resonando en su mente como campanas.
"Es manipulación. Y lo peor es que tú no puedes verlo."
Y su propia respuesta, venenosa:
"Eres egoísta. Una niña mimada y arrogante."
Tal vez Sofía tenía razón. Luciana no había mostrado ni una pizca de compasión por alguien que claramente estaba sufriendo.
—No importa lo que ella dijo. —S