La sombra del pasado se cernía sobre la vida de Apolo, arrestado y reducido a un mero vestigio de su antigua grandeza.
En la penumbra de su celda, el viejo narcotraficante reflexionaba sobre sus decisiones, esos giros fatales que lo llevaron a perderlo todo.
El eco de risas y fiestas llenas de excesos se había desvanecido, cambiado por el silencio inquietante de rejas metálicas y un guardia que lo miraba con desprecio.
Los muros fríos y ásperos de la prisión eran un recordatorio constante de su caída de la gracia, un descenso del que no podría salir fácilmente.
Recordaba los días en que era temido y respetado; liderando su imperio desde las sombras, dictando órdenes y manejando destinos.
Pero aquel mundo, tan seductor como peligroso, había dejado cicatrices imborrables. A medida que pasaban las horas, la frustración crecía en su pecho; era una impotencia desgarradora.
Apolo se daba cuenta de que sus enemigos estaban más cerca de lo que había imaginado. Había sido traicionado, sí, p