El sol brillaba intensamente sobre las suaves olas del océano Pacífico, Ixtapa se mostraba en todo su esplendor.
Selene aplicaba protector solar a los trillizos cuyas mejillas rosadas se veían hermosas.
Lauren y Fiorella, con piñas coladas en las manos tomaban el fresco bajo las palmeras que se movían suavemente con la brisa marina, creando un ambiente de ensueño que invitaba a la relajación.
Los cómodos hoteles alineados a lo largo de la costa ofrecían vistas espectaculares, mientras que el aroma de la comida mexicana llenaba el aire, emanando de una multitud de restaurantes gastronómicos, cada uno prometiendo una experiencia única.
—Madre,¿Me cuidas a los niños? Me voy a meter al agua.
Selene había decidido tomar unas vacaciones breves, pensando que una semana sería suficiente para desconectarse y disfrutar del paraíso antes de regresar a su país y reanudar su vida como si nada hubiera cambiado. Pero la vida, como siempre, tenía planes diferentes para ella.
Era una tarde tranquila