Eran momentos de felicidad,pero también de verdadero estrés para Selene.
Los trillizos ya habían cumplido un mes desde su llegada al mundo.
— Ya casi estamos listos,mis hijos cada día se ven más hermosos.
— Tienen a quien salir,su padre es guapo.
— Fiorella,¿por qué dañas el momento?,¿qué necesidad hay de mencionar a Ares?
Mientras vestía a cada uno de sus pequeños con ternura, sentía una mezcla de amor y ansiedad. Tenía que llevarlos a la consulta del pediatra.
—Vamos, mis amores —murmuró Selene, acariciando las cabecitas de los bebés mientras trataba de colocar con cuidado los gorros.
Su amiga Fiorella le ayudaba.
—¿Qué mas falta? —preguntó Fiorella, sonriendo al ver a los tres niños tan bien vestidos.
— La pañalera y los biberones,disculpa que te hablé de ese modo.
Amo a Ares pero su vida es un caos. —respondió Selene, sacudiendo la cabeza.
El consultorio estaba despejado ese día por lo que el Doctor revisó a Dylan,Nathan y Noab,sin mucho afán, los miró en forma detallada.
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