Pasando los años Constanza se transformaba en una mujer. Una noche, fue a la biblioteca intentando buscar reparo entre los libros de filosofia, necesitaba una escapatoria del miedo de la oscuridad y de la soledad. Era una noche fria y sin luna.
- No puedes dormir? - Constanza escuchó una voz masculina que provenía de la oscuridad donde se encontraban los libros de etiqueta y educación.
- Papà- dijo mientras recuperaba toda la respiración que había soltado y volvía a sentir el suelo debajo de sus pies descalzos. - que haces aquí?
- yo hice la pregunta primero- rió como si la casa no estuviera en silencio, como si el sol ya hubiera despertado y él hubiera bebido el café de la mañana. En el escritorio reposaban 2 cartas aún sin abrir.
- No podía dormir, ahora tu turno, porque no duermes?- dijo sentandose junto a su padre.
- Han llegado unas cartas. - las miró, aún cerradas, en su cara se reflejaba la preocupación.
- Padre, ¿que te preocupa?
- Toma- le entregó un libro- te a