Capìtulo 27: Ludo, juego en latìn.
Constanza se detuvo, la mirò con esos ojos llorosos y entonces pudo respirar, respirò como alguien que regresa a la tierra después de estar sumergida demasiado tiempo en el mar. De regreso a la casa pasó por una tienda de perfumes y objetos de belleza, ella sabìa que ahí podía encontrar justo lo que necesitaba, y asì fue, las instrucciones del agua de belleza decían una o dos gotas al dìa durante una semana. Despuès pasó por el mercado a comprar unas moras y apenas llegó a casa le ordenó a la cocinera de dejar la cocina. Lo dijo con aire màs autoritario que pudo, lo habìa estado practicando durante los anos y finalmente era hora de ser escuchada, de ser vista para al final desaparecer en las sombras.
Le harè una mermelada a mi marido- le dijo Constanza a su asistente.
¿Señora, no cree que debería hacerla la cocinera?
Es mi marido y pronto será también el señor de la villa Panfili, es un dìa especial, ahora que finalmente termina el luto de mi difunto padre- sonriò, nadie en esa