CAPÍTULO 38: LATIDOS EN SILENCIO
Maddison
El dolor es tan agudo que por un momento creo que voy a partirme en dos. Claire grita mi nombre mientras intento mantenerme de pie, pero mis piernas ya no me responden. Siento los brazos de alguien sujetarme y la voz de Andrew pidiéndome que respire, que lo escuche, pero mi visión se nubla y solo alcanzo a ver las luces del techo girar, como si el mundo se hubiera soltado de su eje. El frío me sube por la espalda, me estremezco, y luego... oscuridad.
Cuando abro los ojos, lo primero que escucho es el pitido constante de una máquina. Me toma unos segundos entender dónde estoy. El techo blanco, el olor a desinfectante, la presión en mi brazo... un hospital. Parpadeo varias veces mientras mi corazón se acelera, hasta que giro la cabeza y lo veo: el monitor. Pequeños latidos verdes iluminan la pantalla en patrones que reconozco al instante. El bebé está vivo, mi bebé está vivo.
—Tranquila, Maddison. —La voz del médico llega acompañada de una figur