CAPÍTULO 172: AJUSTE DE CUENTAS
Derek
El portón de la prisión se abre con un chirrido largo y pesado, como si hasta el metal supiera que nadie entra aquí sin cargar con un peso. El aire huele a óxido y lejía, a un silencio forzado que se siente más denso que cualquier palabra. Sigo al guardia que me guía por un pasillo angosto, las paredes de concreto marcadas por años de golpes y arañazos. Cada paso que doy me hace pensar en todo lo que ocurrió; mi mente está enfocada en una sola cosa: cerrar lo que aún me ata a todo esto.
La primera puerta que se abre es la de Gregory Beaumont. Lo encuentro sentado en un banco de metal, con las manos esposadas y los ojos fijos en un punto invisible. No se inmuta al verme, como si ya supiera que vendría. Apenas levanta la mirada y una sonrisa torcida se asoma en su rostro.
—Kingsley —murmura, como si saborear mi apellido le diera algún placer enfermo—. O debería decir… Derek, a secas.
—No vine para escucharte jugar con mi nombre —respondo, cruzando l