CAPÍTULO 99: DONDE EMPIEZA LA VERDAD
Derek
Maddison no dice nada, solo me toma de la mano, su piel está fría, pero firme. No tiembla ni tampoco duda, simplemente entrelaza sus dedos con los míos, gira sobre sus talones y tira de mí hacia el auto, yo la sigo, pero no por impulso, sino porque hay algo en esa forma de tocarme que me resulta... familiar.
No hablamos durante el camino. Nos subimos al auto y ella conduce como si supiera exactamente adónde vamos y yo no pregunto. Podría hacerlo, podría exigir una explicación, o al menos una pista de por qué siento este nudo en el estómago, pero no digo nada, solo miro por la ventana cómo la ciudad se disuelve en sombras, cómo el paisaje cambia poco a poco, y cómo el silencio entre nosotros se vuelve menos incómodo y más necesario.
Una hora después, la carretera se estrecha, y el concreto da paso a un camino de tierra bordeado por árboles altos. Hay algo en ese lugar que me aprieta el pecho, no sé qué es, aún no lo recuerdo, pero la sensación