CAPÍTULO 20: LA SOMBRA DEL APELLIDO KINGSLEY
Derek
Me recuesto en el sofá de cuero, aflojo el nudo de mi corbata mientras el eco del hospital todavía retumba en mi cabeza. Maddison dormía cuando salí. Su rostro estaba pálido, demasiado quieto, como si tuviera miedo incluso en sus sueños. El médico dijo que debía guardar reposo absoluto o pondría su vida y la del bebé en riesgo. Esa palabra sigue taladrándome: riesgo.
Y luego está Andrew. Ese bastardo metido en medio de todo, reclamando lo que no es suyo. Como si tuviera derecho.
Mi teléfono vibra, miro la pantalla, es Gregory Beaumont.
—¿Qué demonios quieres? —respondo sin filtros.
—Quiero saber si has perdido la maldit4 cabeza —espeta su voz áspera al otro lado—. ¡Saliste de la reunión como un niño mimado antes de que siquiera empezara! ¿Sabes lo que eso significa, Derek?
—No me interesa tu maldito juego, Gregory. Tengo cosas más importantes que un contrato. No todo gira en torno a tu maldit4 empresa familiar.
—¡No me hables así! —gru