Maddison
La noche más larga de mi vida huele a humedad, metal oxidado y desesperanza.
Estoy sentada en una banca dura, con la espalda apoyada contra una pared fría que parece absorber todo el calor de mi cuerpo. No sé si son los nervios, el miedo o simplemente el hecho de estar embarazada, pero no dejo de temblar. Siento náuseas, pero no quiero acercarme al baño del fondo. No quiero tocar nada, ni mucho menos que me vean más vulnerable de lo que ya estoy.
En lugar de eso, trato de tranquilizarme. A pesar del miedo, de todo lo que me está pasando, debo estar tranquila por mi bebé, porque si mi presión vuelve a subir, esta vez ni siquiera la contaremos.
A pesar de eso, no puedo dormir ni un segundo. Cada vez que cierro los ojos veo las caras de los policías, las esposas en mis muñecas… Derek cree que soy culpable, y ni siquiera sé bien de qué.
Fraude, eso fue lo que me dijeron, pero cuando les pedí que me explicaran, que me mostraran las pruebas, los policías solo se miraron entre ellos