—¿Qué es esto, padre? —Ella me dice enojada. Veo que Mateo se va hasta donde está su hija y lee el papel, pero él lo rompe y lo tira al piso.
—Eso es mentira, ella solo nos quiere engañar y hacernos pelear entre nosotros. —Lo veo como una sonrisa, retándolo; él lo nota y se acerca a mí y me da un fuerte golpe en la cara. Siento el sabor metálico en mi boca, escupo hacia el piso y veo sangre.
—Engáñate todo lo que quieras; tú, más que nadie, sabes que es verdad. Tú aventaste a tu hija a la cama de su primo y a la cama de su tío. —Él me vuelve a golpear.
—¡Cállate! —me grita molesto. Me vuelve a golpear fuertemente, haciendo que la silla se desclave y caiga de lado al piso. Con el clavo intento romper el lazo de mis manos. Rompo el lazo, pero finjo que sigo amarrada.
Él me levanta y acomoda la silla. Yo me quedo quieta esperando el momento. Veo la pequeña ventana.
—Sabes, te pareces mucho a tu madre. Tantas noches deseé tenerla entre mis brazos, pero nunca pude; pero tú tienes un p