Han pasado varias semanas y hemos dejado que nuestros enemigos piensen que no sabemos quiénes están detrás de todo esto.
Yo estoy lista en mi posición. Estoy estacionada en una calle; veo por el retrovisor cómo varias camionetas negras se acercan a mí. Me meto un pequeño cuchillo en mi bota.
En eso, un disparo entra por la ventana de atrás. Bajo la cabeza y veo que impacta en el otro de enfrente. Saco mi arma y por el espejo disparo. Dándole a uno de esos hombres.
Veo cómo bajan más y más hombres; no sé cuántos sean, pero son demasiados. Estoy disparando hasta terminar con las balas. En eso los hombres se me acercan y me bajan a la fuerza del auto.
Uno de ellos me golpea en el estómago. Yo caigo en el piso. Intento recobrar la respiración y me levanto. Los hombres quedan sorprendidos.
—Espero que disfrutarás tu último día —le digo y veo cómo él pone una sonrisa.
—Ja, ja, ja, ¿y qué me harás, pegarme con tu bolso? —Veo cómo se voltea y hace que los demás se burlen de mí. En eso,