Entre las sombras.
—No lo hagas más —me ordena mientras trae el resto de la comida, que me apresuro a devorar como si no existiera un mañana.
—¿Robarme la ensalada? —pregunto incrédula, comiendo tan rápido que hasta me falta el aire.
—Eres irritante, Estela Bridge —responde con calma forzada, aún con los ojos fijos en mi top y el tenedor clavado en el trozo de pollo.
El silencio se instala entre nosotros. Solo se escucha el tintineo de los cubiertos y, de vez en cuando, algún sorbo mío del vino extraño que Sam sacó para la ocasión.
Él come en silencio, con el ceño fruncido y esa educación impecable de CEO millonario que nunca abandona, ni siquiera cuando está molesto.
Al final de la cena, mi plato está reluciente y vacío, y mi mente flota relajada, feliz, gracias a ese vino misterioso con una textura aterciopelada y un sabor suave y dulce.
—Él pensó que iba a ser mi amigo —balbuceo soltando una carcajada limpia, demasiado estridente.
—¿Qué?… ¿Quién? —pregunta mientras recoge todo con movimientos preciso