Caos con música.
Ruedo los ojos sobre los invitados y maldigo para mí misma. Armo la mejor sonrisa que mis músculos faciales me permiten y avanzo con los puños cerrados hacia Miranda.
—Estela, cariño, ¿me ayudas a preparar estos rollitos de carne salada? —me pregunta con una voz rasposa de cortesía exagerada, mientras envuelve harina con carne molida sobre una bandeja de aluminio.
Asiento amablemente y comienzo a ayudarla.
—Esta ciudad está llena de leyendas —comenta Miranda, echando la carne y amasando un rollo. —Una vez escuché que han habido avistamientos de criaturas sobrenaturales vagando por el bosque...
—¿Qué avistamiento? —pregunto, sintiendo cómo la sangre se me congela ante sus insinuaciones.
—Dicen que son lobos a medias, con piernas de hombre... hombres lobo, ¿ya sabes? —me da un codazo y me lanza un guiño.
—No sé nada —la corto, apretando con fuerza la harina entre mis manos.
—Cuando lo que no podemos ver se rompa, ¡al diablo con esos malditos! —balbucea de repente, con un tono endurecido