En la base de todo.
Sam clava sus perfectas iris en mí; a estas horas se tornan de un tono miel quemado. Apaga el ordenador sin decir una palabra.
—Vamos entonces —murmura al fin, tras un silencio espeso.
Lo obedezco y lo sigo sin titubear.
—Esto será incómodo —advierte mientras caminamos por el pasillo—. Estaremos en casa de tu ex… y con ese Asher proponiéndome un negocio.
Se detiene frente al Ferrari y aprieta los labios, conteniendo algo que no dice.
—Lo sé, Sam… pero Miranda… ellos… Hay algo extraño entre nosotros tres —suelto, acomodándome las ondas del cabello.
—¿Nosotros y Miranda?
—No. Nosotros y Asher —corrijo, sin mirarlo.
Sam gruñe, apretando el volante con tanta fuerza que casi podría romperlo.
—“Nosotros y Asher” no pega.—gruñe mirando por la ventanilla.
—Hay algo. Esta noche voy a averigurarlo. Si mi premonición funcionó contigo… con él también debe...
—¡No lo vas a tocar! —me corta con una dureza que me deja muda.
Me cruzo de brazos y blanqueo los ojos ,me bajo del auto sin desafiarlo, ide