Me desperté de golpe, tenía el cuerpo sudado, y sentía que el corazón me latía de prisa, había alguien más ahí. No era paranoia, no era un sueño, podía sentirlo, lo olía. El cazador estaba cerca.
No me moví al principio, contuve la respiración, esperando, con la piel erizada. Lira, estaba ansiosa, alerta.
Pero no pasó nada, solo había oscuridad. Podía sentir un cosquilleo en la nuca, esa sensación de ser observada. Me levanté, caminé descalza hasta la puerta y la abrí de golpe, no encontré nada.
Me vestí con rapidez, no había tiempo para dudar. Necesitaba confirmar si alguien había entrado al perímetro. Salí de la cabaña, la noche se sentía pesada, no había brisa, no había luna. Solo silencio, un silencio extraño.
Me dirigí hasta el borde del bosque, sabía que no debía estar ahí, sola, de noche. Pero también sabía que si el brujo ya había llegado, entonces la oscuridad no haría diferencia.
Escuché un crujido de ramas a mis espaldas que me hizo girar rápidamente, no vi a nadie, se escu