Los preparativos comenzaron de inmediato. La ceremonia sería en tres días, durante la luna llena. Una boda de manadas no era algo romántico. Era un contrato sangriento.
Kael reunió a sus guerreros, sus chamanes, sus ancianos, a todos los integrantes de los Lobos del Norte.
—La ceremonia tiene tres partes —me explicó Kael, desplegando un pergamino antiguo sobre la mesa— el juramento de sangre, la prueba de la luna, y la marca compartida.
—¿La marca?
—Nos marcarán a ambos con el mismo hierro. La herida sanará rápido, pero la cicatriz queda, para siempre.
Asentí, no era el momento de mostrarme débil.
Stefano observaba todo desde la distancia, podía sentirlo, cada mirada suya era un cuchillo en mi espalda.
El primer día de preparativos, Stefano me acorraló en los establos.
—¿Sabes lo que hacen en el norte con sus mujeres? —me dijo, bloqueando la salida— las marcan como ganado.
—Será un honor —respondí, tratando de esquivarlo.
—¡Un honor! —agarró mi brazo— te reducirán a propiedad. ¿Eso qu