Damián Feldman.
Cuando la besé, un jadeo se escapó de sus labios. Me aparté y vi que tenía los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas.
—Amelie, maldita sea, dime que no es cierto todo lo que esa gente dice de ti —le susurré, mientras deslizaba mi lengua por su cuello. La duda volvía a invadirme por momentos.
Necesitaba tener claro que ella no era la ladrona de la que la acusaban, ni se estaba aprovechando de mi padre. Ella negó con la cabeza.
—¿También estás desconfiando de mí? —abrió los ojos de repente y retrocedió dos pasos.
—No, lo siento. No quiero que lo pienses así, solo que...
—Dime, Damián, ¿qué pasa? —preguntó con voz quebrada.
Me aparté de ella, me desajusté el pantalón y me quité la camisa de forma desesperada, mientras la devoraba con la mirada.
—Solo que me estoy volviendo loco por ti, te has convertido en mi mayor deseo y, desde el día que te hice el amor por primera vez, no he dejado de quererte un solo momento.
—Damián... —susurró.
La alcancé, tomé su rostro entre m