Capítulo 94. Hambrienta de sangre
— ¿Tú mataste al Santo? —Preguntó Victoria aparentando que poco le importa.
El Alacrán se echó a reír.
—De nada, creí que lo sabías, Slashdot está al tanto y conforme, te lo digo Victoria, yo soy un verdadero rey, con una debilidad por las mujeres bonitas —dijo estirando las manos como quien recibe una ovación.
Victoria le hizo señas a su equipo y todos bajaron las armas.
—Entonces estamos entre amigos.
—Así es, volvamos a los negocios.
— ¿Fue un trabajo para Slashdot? —Preguntó Victoria, pero en ese momento el empleado del Alacrán trajo a una muchacha, delgada, con el cabello enmarañado y llena de sudor y mugre.
—Aquí la tienes, joven y solo precisa que la limpien, aunque ya no es virgen, la disfruté y le di instrucción de cómo debe tratar a los hombres. Es aplicada y la chupa como diosa. Es mi favorita, por ella pediré más.
Victoria se vio a sí misma en esta muchacha. No pudo evitar ver con odio al Alacrán.
— ¿Cómo trajiste a estas mujeres? ¿Cuántas son en