Si había algo que Victoria en verdad odiaba de su vida a parte de la inminente amenaza de muerte era ese dolor por Michael.
— ¿Por qué tienes que ser tan tonta y seguir sufriendo por un hombre que no te quiere? Eres patética Victoria.
Victoria dio la vuelta en su cama y recordó a Stefan.
—Sus palabras son ciertas, sé de qué es capaz y no me lo esconde, lucha porque me quede a su lado y no por sacarme de su vida, como Michael.
Victoria se sentó en la cama y encendió la luz, era ya de madrugada, se miró al espejo.
—La idea era divertirme esta noche y ni siquiera pude llegar a la fiesta.
No lo pensó, como solía hacer solo actuó por instinto, muy rápido se maquilló y peinó la larga cabellera, su salto de cama era de satín, negro y le quedaba muy bien acentuando su cuerpo en los lugares correctos, se puso por encima el complemento, pero no lo ató a la cintura, lo dejó que cayera con los hombros expuestos y arrastrara por el suelo.
—Si Stefan está trabajando, me diverti