Victoria después de despedirse de Michael se sentía mejor, pero determinada a que él fuera feliz.

Sentía que él lo merecía, más que ninguno de ellos, aunque fuera lo suficientemente terco como para no hacer nada. Así que llamó a Rebeka, y le pidió la dirección de la tienda de vestidos de novia en donde estaba.

Una hora después, Victoria entró en la tienda.

Rebeka la miró negando con la cabeza.

—Siempre serás mi mala influencia, primero, saliste en horario laboral, y segundo, Guadalupe es la prometida de mi cuñado, no debería permitirte que hables con ella.

—Michael también es tu cuñado —respondió Victoria muy ufana—. Y la misma Brenda Larsson me dejó venir con su bendición además. Lo que esa tonta planea hacer es un error.

Victoria pasó a través de los pasillos repletos de tul. Ubicó a Guadalupe frente al espejo, con un vestido que parecía hecho para otra mujer. Victoria entró sin pedir permiso.

— ¿Rebeka qué crees de este tocado?...

—No es Rebeka, y me parece