Al ingresar al lobby del nuevo hotel en Manhattan, los flashes rebotaban contra el mármol como si fueran parte de la decoración.
Savannah se acercó con paso elegante y labios pintados de rojo escarlata.
—Sean, qué gusto tenerte aquí —dijo con una sonrisa que no se extendía a los ojos—. Justo antes de que suban, quería comentarles que esta noche habrá una recepción privada en el salón sur.
Aperitivos, postres, y una vista perfecta para relajarse antes de la gran inauguración de mañana.
Julie miró alrededor, buscando con la mirada a Emily. Cuando la encontró se giro hacia Sean y preguntó
—¿Hay problema si me adelanto a la recepción?
No quiero quedarme aquí... este lugar huele demasiado a preparación.
Sean respondió sin vacilar:
—Jules, puedes hacer y deshacer lo que quieras en este hotel.
Todo aquí también es tuyo.
Julie se sonrojó un poco, el calor subiéndole por el cuello.
Sin contestar, fue directo con Emily, quien la recibió con una sonrisa cómplice.