CAPÍTULO 87. Número desconocido.
Valentina acomoda con cuidado las cosas que llevará a la mansión: lo más esencial, algunos artículos personales, un poco de ropa y su material de trabajo. No quiere cargar con demasiado, prefiere mantenerlo simple, como si esa moderación pudiera también ordenar el torbellino que siente por dentro. Cuando termina, se sienta al borde de la cama y se queda pensativa, mirando un punto fijo sin verlo realmente, preguntándose si lo que está haciendo está bien.
—¿De verdad lo hago por seguridad… o porque quiero estar cerca de él? —susurra, casi como si temiera escuchar su propia respuesta.
Con un suspiro profundo, se deja caer de espaldas sobre el colchón, como si su cuerpo ya no soportara el peso de tantas emociones. El recuerdo de Alejandro la golpea con una fuerza inesperada: la calidez de su piel rozando la suya, el calor de su respiración entrecortada, aquella noche que aún late con vida en cada rincón de su memoria. Desde entonces no han vuelto a encontrarse en la intimidad, pero su cu