POV VITTORIA ROMANOVA
—Yo... también me voy a dor... dormir —dije con torpeza, poniéndome de pie tan rápido que casi tiro la silla.
Pero no alcancé a dar ni un paso.
Su mano rodeó mi muñeca con firmeza, no violenta, pero con esa seguridad inquebrantable que lo caracterizaba. Me detuvo sin esfuerzo, como si con solo tocarme pudiera anclarme a su mundo, y entonces supe, sin siquiera mirarlo, que se había levantado también. Lo sentí. Su presencia era imponente, envolvente, como una sombra que lo cubría todo.
Mi respiración se volvió irregular de inmediato. Si me giraba... estaríamos demasiado cerca. Y eso no era bueno. No ahora. No así.
Entonces, lo sentí. Un tirón suave en mi cabello. Un movimiento que me hizo contener el aliento. Mi coleta se soltó y los rizos cayeron sobre mis hombros como una cascada cálida y pesada. Giré en seco, con el corazón en la garganta, y lo vi.
Tenía mi liga en la mano. Su expresión era inescrutable, pero su mirada... ardía.
—¿Qué tienes con mi cabello? —esp