Daño colateral

Aún no lograba dejar de llorar. No podía creer que Adrián me haya corrido de la casa. Temprano había llegado Paula con sus maletas y algo de ropa mía.

—La señora Adela pudo rescatar esto, es la carta que te dejó mamá y son algunas prendas. De verdad lo siento, Natalia. Todo es mi culpa —dijo Paula, visiblemente afectada.

—No es tu culpa, Paula. Ha sido mía. Siempre he sabido cómo es Adrián, que es un miserable, y no es nuevo que no confíe en mí.

—Es un imbécil. Aún no puedo creer cómo caí en esa trampa. Ese tipo me ha bloqueado de todas las redes.

—Seguramente fue un plan de Leonel desde un principio. Pero esto no se quedará así —respondí, con determinación en mi voz.

Ya no tenía a mamá, pero tenía a mi hermana. Paula y yo nos apoyaríamos mutuamente en este momento difícil, y juntas encontraríamos la forma de enfrentar esta situación y salir adelante.

Con el corazón palpitando de furia, me dirigí al departamento de Leonel. Después de todo, ese miserable ya no podía hacerme
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