Al día siguiente Daniel vio a Soledad de pie en la puerta y casi se dislocaba la barbilla del susto.
—Señorito Daniel—El mayordomo británico vestido de esmoquin hizo una reverencia muy caballerosa—. ¡Nuestro Señorito ha ordenado que la señorita Sunny viva aquí a partir de ahora y esté bajo su protección!
Daniel no reaccionó durante mucho tiempo.
Esta mañana había recibido una llamada de Lucía cuando aún no estaba despierto, y había oído a Lucía decir un montón de cosas sobre que ya no era seguro que Soledad viviera en su casa, que se avecinaba algo gordo y que tenían que proteger a Soledad...
Pensó que estaba soñando.
Entonces Lucía dijo que le enviaría a Soledad, y él aceptó.
No pensaba...
—¡Ay, espera! —Daniel casi chocó con Soledad en vez de tirar del mayordomo británico.
Soledad se paró tímidamente con sus bolsas, y Daniel la miró, y aunque frunció el ceño con impaciencia, su mano tomó las bolsas que ella tenía en la mano sin hacerle caso.
Pronto tuvo otra habitación preparada.
—Ta