Santiago, paró un segundo:— ¿Qué les pasa?
—Tío, no es tu familia—Neo susurró—. Es la familia López.
—¿La Familia López?
—Parece que... Se trata de esa niña con la que tienes contracto matrimonial—se apresuró a decir Neo—. No puedo entrometerme demasiado en tus asuntos familiares, así que en fin, vuelve.
—Hmm, entendido—Santiago aceptó y colgó el teléfono.
Berta, que iba delante, no le oyó llamar, y la alegre figura, envuelta en la noche, se volvía de vez en cuando para saludarle.
Santiago pasó esos dos días pensando en cómo iba a pedirles el permiso a personas de la Familia García.
Después de pensarlo, decidí decir la verdad:
—Me llamó mi hermano y me dijo que pasaba algo en casa y me pidió que volviera. No estaré fuera mucho tiempo, seguro que vuelvo en dos o tres días.
Cuando terminó de hablar levantó los ojos para mirar a Pablo y Mónica que tenía delante.
Los dos hombres lo miraron fijamente primero, luego se miraron, sonrieron, intercambiaron miradas y asintieron.
Santiago se qued