Capítulo 996
Santiago lo fulminó con la mirada, y antes de que pudiera decir nada, Liza, la niñera que los había cuidado desde niños, se acercó a él con una sonrisa: —Señorito, este aceite de cacahuete de esta marca es bastante buena, es barato y la cantidad suficiente, ¡es muy asequible! Usaré este aceite para freír carne crujiente para vosotros dos esta noche....

—¡Liza, no uses esto! —Dijo Santiago.

—¿Qué?

—Quiero decir... —Se frotó la nariz, con los ojos desviados—. ¡Guárdatelo!

Liza no pudo entenderlo, ¿a la Familia Juárez le falta el aceite?

Aun así, ella asintió.

Santiago miró fijamente a los criados como si fuera tesoro, mirándolos mientras terminaban de empaquetar y colocar ordenadamente en los armarios como él había pedido, antes de sonreír con satisfacción.

—Voy a ver a mamá y papá. —Se dio la vuelta para marcharse.

Manuel se quedó inmóvil, al igual que Liza.

—Señorito—murmuró Liza y preguntó—. ¿Qué le pasa? Desde que érais niños, ¿quién de vosotros ha estado alguna vez en la cocina y se
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