Volví a la mansión Salvatore sin avisar.
La lluvia golpeaba el mármol de la entrada como si también quisiera entrar. El aire olía a tierra mojada y a secretos antiguos. Las luces estaban encendidas. La puerta, entreabierta. Como si él supiera que iba a volver. Y lo sabía.
Dante me esperaba en la sala principal. De pie, con un vaso de whisky entre los dedos y la mirada fija en el fuego. El mismo fuego donde, sin saberlo, él y yo nos habíamos estado quemando durante meses.
Entré sin quitarme el abrigo. Tiré el sobre sobre la mesa de cristal con una violencia contenida.
—Derek me lo dio —dije, sin rodeos.
Él no se sorprendió. Solo levantó los ojos lentamente.
—Lo sé.
—¿También sabías que iba a intentar comprarme?
—No. Pero aposté a que no lo lograría.
—¿Y si lo hubiera hecho?
—Entonces... habrías dejado de ser tú.
Lo odiaba. Por conocerme. Por no gritar. Por no romperse. Por seguir siendo ese muro perfecto mientras todo dentro de mí se desmoronaba.
—¿Qué hay en ese sobre, Dante?
—La hist