Salí de la bañera después de un largo tiempo. La única que seguía en mi habitación era mi madre, sentada en el borde de mi cama, sosteniendo un vaso de jugo de mora con arándanos.
—¿Ya estás mejor? —preguntó con un tono suave pero serio.
Asentí, esquivando su mirada mientras le hacía un nudo a la bata. Tomé el vaso que me extendió y le di un pequeño sorbo sin ganas.
—Saqué lo que vas a usar hoy —informó, señalando el vestido rosa pastel tendido sobre la cama.
—¿Para ir a la universidad? ¿No es un poco…?