HARPER
Sus palabras fueron un susurro demasiado bajo. Pero él no dejaba de sonreír, incluso era contagiosa la manera tan espontánea en que lo hacía.
Fruncí el ceño confundida y reí bajo, algo nerviosa.
—¿Cómo? —inquirí, insegura de haber escuchado bien.
Él rió, soltando mi mano para llevar la suya a la nuca.
—Quise decir que es muy grato conocer al fin a una chica tan hermosa.
—G-gracias… —murmuré con timidez, y me giré hacia los asientos sin añadir nada más.
—Espero volver a verte —dijo detrás de mí.
Lo miré apenas sobre mi hombro y asentí con cortesía. Justo en ese momento la recepcionista volvió a hablar:
—Señorita Murphy, ya puede pasar —informó. Mi ansiedad se disparó por completo, tanto que no pude voltear hacia ella—. Siguiente pasillo, primera puerta lateral.
Volví a asentir y caminé con las piernas temblorosas en esa dirección.
El rechinido leve de la puerta de madera al abrirla, aumentó más el pálpito en mi pecho. No me sentía entrando a un consultorio, sino a un tribunal do