CAPÍTULO 24.
La vigilancia.

Sofía Owen.

La vigilancia, para mí, no fue un acto de mera curiosidad; fue una medida —rígida, calculada— que se colocó entre mis manos como un instrumento de defensa. No lo llamé entonces así; lo llamé deber. Debía asegurar el legado, la posición, la idea del porvenir que mi madre y la madre de Elián alimentaron como la cosecha más preciada. Si la imaginación me había provisto de estrategias, la información me dio poder. Y el poder que no se revela suele ser el más dañino.

Me aprendí el lenguaje de los datos. Aprendí a leer horarios de vuelos, a rastrear direcciones IP, a descifrar la estructura de un correo que aparenta inocencia. Mark fue el primer eslabón. Un hombre con deudas y una lealtad barata. Lo atrapé con una amenaza y lo moldeé con favores. No quise causarle daño irreparable; simplemente le ofrecí una alternativa tan clara como cruel: su silencio me beneficiaba; su rumor lo enterraría. Él eligió el silencio. Y yo, qué ingenua sería, al pensar lo contrario,
pally carrasco

AHORA VAMOS VIENDO QUE SOFIA ES INESTABLE ,POR NO DECIR QUE SE SE LE ARRANCAN LOS ENANITOS AL BOSQUE.

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