La esposa perfecta
Sofía Owen
Dicen que las apariencias lo son todo, y yo aprendí a vivir de ellas.
En las fotos, era la esposa perfecta: siempre al lado de Elián, con vestidos de diseñador, sonriendo apenas lo suficiente para que las revistas hablaran de “la pareja más poderosa del país”.
¿La verdad?
Él jamás me miró como un hombre mira a su mujer.
Ni siquiera el día de nuestra boda, cuando mi madre lloraba emocionada y su madre fingía estar débil en primera fila, Elián me sostuvo la mano como quien se ata una soga al cuello.
Yo sabía. Y sabía que en su mente no estaba yo, sino ella.
Ariana.
Pero no me importó, yo logré y obtuve el anillo, y ella salió de su vida.
Podía sentirlo en cada gesto, en cada silencio.
Yo hablaba de viajes, de eventos, de negocios sociales, y él apenas me respondía. Pero si alguien pronunciaba el nombre de ella, aunque fuera en un susurro lejano, su mirada se encendía con rabia o con dolor.
Y yo… ardía de celos.
¿Cómo podía competir con un fantasma?
¿Có